Me encantaría decir que era una mañana fresca, pero ese adjetivo no es muy conocido en la ciudad de Guanare; por lo que sí, era una mañana calurosa. Salimos a las corridas del Teatro Tempo porque a las 8:30hs. partía el “autobús” y diez minutos antes todavía estábamos desayunando. Después de gritonearnos con los choferes porque nos querían cobrar 5000 bolos de más por cada pasaje, y cobrarnos además por el tamaño, color y peso de los bolsos, ingresamos por fin al mismísimo coche cama que nos llevó a esos parajes. Esta vez no teníamos asientos juntas, asique la Lulu amablemente reorganizó el colectivo para que quedáramos en el mismo asiento. Para pasar el mal rato de las discusiones previas, un flaco despelucado nos preguntó que película preferíamos ver… (porsupuesto que las opciones rondaban entre “El trasportador 2”, “yo robot” y “rápido y furioso 4”. Ante el silencio sepulcral de los pasajeros, nosotras tres gritamos a coro “Yo Robot”, pero el flaco se hizo el sota y nos puso El trasportador 2. La Yani, (que en este viaje descubrimos que no tiene frenos inhibitorios) se levantó a cambiar la película manoseando el DVD del móvil. Porsupuesto, y como era de esperarse, el flacucho se enojó MAL y ella, aplicando la democracia participativa chavista, comenzó a solicitarle a los presentes que eleven sus manos para votar en democrática labor, cual de las películas propuestas se quería ver. Nada importó, y nos comimos el transportador 2 sin haber visto la 1. Lo bueno es que el protagonista (que era doble de Bruce Willis antes de ser actor protagonista) estaba para comérselo con una cuchara, por lo que se nos pasó rápido el tiempo de viaje.
Llegamos a Valencia justo para almorzar, y nos dedicamos al domingo como típico día de descanso y reunión familiar. Por la noche, se nos frustró el programa de ir al cine, pero terminamos comiendo en el centro Comercial Sambil, en donde las chicas se desquitaron con una Mc. hamburguesa, la Cele se deleitó con sushi, y Matías y yo nos hicimos los naturistas y nos comimos una ensalada… Nota: Después de las nueve de la noche en Valencia NO PASA NADA.
El lunes, nos fuimos al colegio privado “Los Robles” para comenzar el armado del espectáculo que daríamos al otro día. Fue terrible. No había modo de mejorar el trazado lumínico para el espectáculo para adultos, no conocíamos las luces, no teníamos el sonido, pero igualmente lo logramos, y el martes dimos la función para un montón de adolescentes que se reían en todas las escenas de amor, entre el gato manchado y la golondrina sinhá. Más allá de toda reflexión, fue una linda experiencia, bastante más agradable que la matutina infantil que no dejó lugar a mucha tarea titiritezca por lo malcriados de los niños.
El miércoles, las chicas hicieron playa con Anita y conocieron el maravilloso pueblito de Puerto Cabello, mientras que yo me fui a Caracas a entrevistarme con algunos contactos en Telesur. No vamos a dar detalles de las jornadas en Caracas, pero si les puedo decir que es indecente el nivel de frío que hace en el bus que te lleva a esa capital, porque no me alcanzó con la polera, el saco y las medias, que encima se me congelaron los pies, las orejas y la nariz. Tanto que casi me vuelvo con un estado grave de amigdalitis, frenado gracias a la inteligencia de mi prima Celeste, que llevó una campera de esas que te dan para esquiar en Bariloche cuando te vas de viaje de estudio. Si señores, leyeron bien: “polera”, sin olvidarnos que estamos en el Caribe.
Durante el fin de semana, las chicas tuvieron funciones en la Feria Internacional de Valencia, un lugar gigante, donde hay puestos de comidas, artesanías, tarimas donde tocan bandas y bailan distintos ritmos típicos, discotecas, juegos mecánicos, un lago, arbolitos envueltos en luces, entre otras cosas. Ferialandia, es el rincón para los mas pequeños. Este pedazo de terreno está coordinado por Yuri, de la Casa de Teatro Té Canela. Como participantes de la Feria, a las chicas le destinaron cada día un guardaespaldas, porque no es de buen talante diplomático que a las muchachas les pasara algo durante su estadía. Esta intervención se lleva a cabo con los artistas internacionales desde que murió una chica de Checoslovaquia y se complicaron las relaciones internacional con dicho país. Es por esto que dependía del teatro Piedra Libre y su bienestar, las relaciones diplomáticas entre Argentina y Venezuela.
Yo solo compartí un día en dicha Feria, me pareció muy linda pero demasiado atestada de gente por todos lados que comen frituras, se chocan, y te corretean por el parque para ponerte una calcomanía de Movistar en la ropa. No, gracias. Pero intenté pasarla lo mejor que pude y me metí de prepo sin pagar entrada con la banda de Carlitos, que no es la que ustedes creen, sino que se llama “Mata Rica” y hacen una mezcla de reggae, ska y rock que está muy buena. La cosa es que me metí con la banda, tomamos cerveza, me comí un helado, me subí al Martillo (sin vomitar) gracias a la insistencia de Débora y ví la actuación de las chicas, todo en el lapso de dos horas. Una vez que terminó el espectáculo infantil, donde el payaso invitaba a todos a escuchar Mata Rica que se presentaba en la tarima de en frente, las tres nos enloquecimos bailando al son de la música y la Yani se puso a saltar como loca prendida de un desconocido que no perdió el ritmo en ningún momento. La Luci y yo nos quedamos al lado del guardaespaldas de turno “Hermoso”, que se llama Diego pero mas que su nombre, es su apodo el que le hace justicia.
El domingo nos despedimos de la familia Cibanik con un almuerzo que tuve yo el agrado de preparar, y como no soy muy ducha en las artes culinarias, les enchufé a todos como seis docenas de empanadas árabes y una docena y media de empanadas de jojoto (choclo) para aquellos que se sientan mas vegetarianos. Lo que si nos deleitó fue el postre, un quesillo (flan) casero, helado y torta, creo que después de ese almuerzo no comemos por un mes. Por la noche, mientras las chicas hacían la última función en la Feria, hicimos el segundo intento dominguero de cine por la noche, esta vez con mayor éxito, asique terminé cagándome de frío mientras vimos “El Gran Truco” con el actor de El Maquinista y el de los X-Men, que son magos y se pelean mucho, pero no les voy a contar el final… solo les puedo decir que estuvo realmente buena.
Es lunes por la mañana y las chicas acaban de llegar de dar su última función en Venezuela, la número 20, de la cual vinieron muy cansadas y sin ganas de hacer títeres como por un año. Hace instantes nomás, la Yani pegó un grito, si señores, se olvidaron la tela del teatro en el colegio... se nos agotan las horas matutinas y no sabemos como hacer para irla a buscar...
Después de almorzar partimos a Caracas y desde allí emprenderemos el retorno a nuestro hogar… Las peripecias de ese viaje, pertenecen al próximo y último capitulo de esta crónica de gira.
lunes, 20 de noviembre de 2006
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