Amigos queridos y queridos amigos, este es un pequeño fragmento que a modo de informativo cibernético servirá para adelantar algunas de las escenas que prontantamente formaran parte de la crónica del viaje... En resumidas cuentas... Salirse de todo tipo de locura colectivera, fue casi imposible al enfrentarnos al maltrato del aire acondicionado que nos congeló la noche del viernes en “la veloz del norte” que nos llevó al sur. Ni hablar de la película “novia fugitiva” (sin comentarios) que se tildaba a cada rato y nos hizo ver que Richard Gere no es tan lindo como parece, porque se fotografiaba en la pantalla con algunos gestos muy poco seductores. Llegando a Liniers, no tuvimos mas que sacarnos las medias, las zapatillas, la remera mangas largas, la polera y el saco, porque fuera del microclima del vehículo los grados centígrados eran muchísimos mas. NO DORMIMOS NADA, y un tachero (re piola viste?) nos llevó a lo de Juli con TODOS los bolsos, incluida ropa, bolso de mano, valijas de títeres y teatro. También fue ese mismo querubín el que nos llevo a Ezeiza a las 3 de la mañana. Ya íbamos cagadas hasta las patas porque los hospitalarios amigos de Bs As. No tuvieron mejor idea que dejarnos viendo una película horrible de suspenso que nos dejó con tortícolis y no nos permitió descansar. Una vez en el Aeropuerto, deliramos al pobre chico del TACA tratando de que fuera algo mas que cuidadoso con los bolsos, aunque se vengó con la ubicación de los asientos. Paralelamente, la pobre Luci andaba con la espalda torcida por los tres tintos que se le ocurrió traer de regalo. Yo no sé porqué no se quedó con el dulce de leche o los alfajores de “la Quinta” como hice yo. A la Yani la frenaron en embarque y le preguntaron seriamente que es lo que llevaba en el bolso negro largo, era la golondrina claro está, pero la trataron de terrorista, ni que hubiera llevado una ametralladora. Volamos hasta Lima totalmente incomodas porque nos tocaron los asientos de emergencia que no se reclinan, asíque intentamos dormir en un ángulo que nisiquiera era de 90º sino de 75º. Para colmo de males, no nos dieron ni colchita, ni almohada, ni comida!!! Cuando en Argentina eran las 12am en Perú eran las 10 y partimos a Caracas, ciudad a la que llegamos a las 15hs. Y nosotras seguíamos sin comer, ni dormir. En Caracas solo hacia calor, una titiritera del Teatro Tempo, con una super camioneta nos fue a buscar, “pasamos buscando” al tío abuelo Lalo, director del teatro, que nos llevó a comer arepas de queso amarillo y cerveza Polar. La Luci tuvo la loca ocurrencia de pedir una cerveza de un litro, es indescriptible la cara de circunstancia que pusieron los mozos. En Venezuela NO EXISTE LA CERVEZA DE LITRO!!!! “Porque se enfría” dicen. Pasamos la noche a un hotel (aunque en realidad parecía mas bien un telo, por la cantidad de espejos que tenía la habitación). Por la noche, prendimos la tele para ver si lo veíamos a Huguito Chávez, y así fue que lo encontramos en TODOS los canales, cantando y contando historias. A las 5 de la mañana partimos a Puerto la Cruz para cruzar en Ferry a la Isla Margarita. La conductora de la camioneta no hablaba mucho pero era un as de las rutas, nosotras tomamos mates, tomamos fotos y seguimos sin dormir. Al cabo de unas 6 horas de viaje, llegamos por fin al puerto, el Lalo ya nos había hablado tooooooooodo el viaje de Chavez y las ya ganadas elecciones del 3 de diciembre. Después de algunos tramites y de comer en un sucuchito pollo frito, donde todo lo que no era pollo era pescado (que ninguna quiso probar), nos montamos al Ferry. El Lalo nos dio un recorrido turístico por el navío mientras Mari, la conductora acomodaba la camioneta en los subsuelos del barco. Viajamos en la parte superior, donde nos daba el viento y nos turnábamos para ejemplificar la escena de Leo Di Caprio en el Titanic. Todo el mundo colgaba sus hamacas paraguayas en los postes, a pesar que había mas de treinta carteles que decían “prohibido colgar hamacas”. El viaje estuvo muy bien, lo único que fue algo largo, como de 5 horas y encima no vimos los delfines porque los guachos quisieron mas bien saltar a unos 200 metros y de casualidad les pudimos ver las colitas. Ni foto tenemos, “será a la vuelta” dijimos con sobradora tonada argentina. Desembarcamos por fin en Las Piedras, ya exhaustas de tanto viajar, y todavía nos quedaba una hora de viaje en camioneta para llegar a Juan Griego, lugar que habitaban nuestros anfitriones del Festival de Titeres Festitín. Lo que realmente no se podía explicar era el CALOR. No es de este mundo tremendo manojo de humedad, “Bugui la aceitosa”, decía la Yani mientras pasaba la mano por la frente del resto del mundo… Cenamos en Juan Griego, un hermoso pueblito del norte de la isla, en la casita de Omar y Valerí, titiriteros organizadores del festival margariteño. Pero allí no concluye el momento viajero, tuvimos una hora mas de viaje para poder por fin llegar a aposentar nuestro cuerpecito en el Hotel MarBellaMar del poblado de Porlamar, al sur de la isla. Antes de dormir, lo primero que hicimos fue tirarnos en la pileta y delirar al pobre encargado para que prenda el jacuzzi. Pero ya eran las diez de la noche, y desde las nueve todo Venezuela duerme en la noche de lunes…
miércoles, 8 de noviembre de 2006
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