miércoles, 15 de noviembre de 2006

Crónicas Venezolanas Cap 4


Nota: He aquí lo que la compañera Lucía quería relatar de la función en Valencia:
En San Joaquín todos los domingos por la mañana hay funciones de títeres gratuitas para la comunidad. En San Joaquín todos los domingos por la mañana hay misa para la comunidad. En San Joaquín todos los domingos por la mañana los niños llegan tarde a misa. En San Joaquín todos los domingos por la mañana los niños llegan tarde a las funciones de títeres.
Pero un día, el día de la función, el cura tuvo la magnifica idea de hacer una rifa, que extendió mas que nunca la tolerable espera ya que no cantaban los números porque querían venderlos a todos (el premio debe haber sido un pedacito de cielo). Y el respetable, respetabilísimo público nunca llegó a la función. Salvo unos pocos niños, poco devotos por cierto. Fueron llegando lentamente, y esperaron ansiosos el comienzo del espectáculo. De pronto, conformaron una asamblea infantil para decidir si la misa debía de realizarse antes o después de la función: “no puede ser que siempre pase lo mismo…”, “…fue el cura el que cambió el horario de la misa…”, “…¡Que el horario lo cambie el cura!…”y “…y que nos den chicha a la salida…”
L a asamblea determinó por unanimidad que la misa empezara luego de la función de títeres, ya que ésta, estaba programada para ese horario mucho antes. También se decidió que deberían de entregarles un vasito de “chicha” a cada uno después del espectáculo (bebida típica venezolana que es algo así como maicena licuada con azúcar). ¡Viva la República Bolivariana de Venezuela!
Nunca imaginé que a lo largo de esta gira nos fuera posible viajar sin tener que abrir los pesados ojos a las cinco de la mañana. Pero me equivoqué, porque el lunes, partimos a la ciudad de Guanare al mediodía.
En la terminal, tomamos un coche cama de “Expreso Barinas”, que nos cobró muy caro y que nos metió a las corridas en el bus. Nos sentamos juntas en los primeros asientos del segundo piso, y pegamos un grito de desesperación al notar que una especie de mosquitero estaba frente a nosotras nublándonos la vista. Tremendo problema fue percatarnos de que el mosquitero que estaba justamente frente amí no se levantaba. Pero “dejamos el estrés”, y de mi mochila de Mary Poppins, y al mejor modo de “lo atamos con alambre” de Ignacio Coppani, saqué una cinta scoch y pegamos el susodicho en la parte superior del techo del colectivo. Aparte de eso, NO nos pasaron ninguna película, y al cabo de una hora amí me dieron ganas de ir al baño. Bajé precipitadamente para utilizar el “toilette” y el muy inútil estaba herméticamente cerrado, asique no tuve mas que golpear con voracidad la puertita que da a la cabina de los choferes. Un gordo de gorra salió con cara de pocos amigos y frente a mi pedido me respondió que pronto pararíamos en una bomba (estación de servicio). Media hora mas tarde, nos frenamos en un parador. Con la Luci bajamos tipo flash, y en el baño con el cartelito de “damas” le tiramos 300 bolos a una chica para que nos diera un rollito de papel higiénico. Cuando quisimos subir de nuevo en busca del aire acondicionado, el chofer había cerrado la puerta dejándonos a nuestra merced bajo un pequeño techo, (cabe agregar que hacía mucho calor y llovía fuertemente), mientras que dentro, quedó la pobre Yani que no sabíamos si dormía o desesperaba por salir, duda que se nos presentó ya que los vidrios eran polarizados. Pero finalmente, luego de almorzar y de haberse tomado su tiempo, el chofer volvió a su puesto de conductor y nosotras continuamos la marcha.
Llegamos a Guanare a las seis de la tarde. El Lalo nos esperaba en el terminal, algo apurado porque en una hora se daría comienzo a la 8va Bienal Internacional del Teatro de Muñecos.
Es casi indescriptible la majestuosidad del Teatro Tempo, un maravilloso edificio colmado de, escaleras y desniveles, que subdividen patio, sala de teatro, taller, biblioteca, cocina, comedor, oficinas repletas de hermosos afiches, terrazas y cómodas habitaciones. Al mejor estilo antiguo, los metros cubiertos rodean el patio principal. Al ingresar, se nos antojó quedarnos a vivir ahí para siempre. La gente que trabaja en el Tempo es extremadamente hospitalaria y bondadosa, nos codeamos de cocineras increíbles (gracias por el jugo de parchita), con encargados, visitantes, pobladores, administradores, directores, presentadores y titiriteros peruanos, ecuatorianos, mexicanos, italianos, españoles y por supuesto argentinos. De los argentinos barilochenses rescatamos la locura de Adrian, la ternura de Julio, y la guitarra y la voz (igualita a la de León Gieco) de Eugenio.
Asique hubo de todo, funciones a todas horas, charlas increíbles, anécdotas divertidas, guitarreadas, cervezas polar y mucho, mucho tachín, tachín.
El Teatro Tempo, aglutina a titiriteros y actores de todos los rincones del mundo, enseña, produce, realiza, y lucha por un proyecto de ley cultural que abarque a todo el país y Latinoamérica.
El martes fuimos a Carora, un pueblito chiquitito y muy bonito que quedaba realmente muy lejitos. La función fue en un teatro gigante, enorme, con decir que demoramos como veinte minutos en cerrar nuestras bocas del asombró que nos provocó al verlo. Acudieron al evento mas de 400 niños… un éxito total! Fuimos con Jesús, el verdadero salvador, que conducía la camioneta velozmente y que nos aguantó sin chistar los pedidos de frenarnos en puestos de artesanías, las paradas para cargar agua para el mate, y los hits de los 90 que cantamos sin parar con la Yani durante el camino de regreso. Los destacados fueron “el oficio de ser mamá” de Macaferry y Asociados, “la pachanga” de Vilma Palma y Vampiros y la canción de la novela “la extraña dama” con Luisa Kuliok. Después de eso, nos pusimos a cantar los estribillos de las canciones mas populares de “La Barra”, solo con la intensión de hacerle conocer a Jesús, nuestra cultura cuartetera y distinguirnos así de los porteños. Ni siquiera la Yani dejó de cantar cuando pasamos por Barquisimeto, ciudad a la que ella prefería llamarle “Parquimetro”, pero no me pregunten por qué.
El jueves nos fuimos a Chabasquén, otro recóndito lugar en las montañas, rodeado de cafetales en los andes venezolanos. La función fue en una escuelita muy chiquitita, y a diferencia de la función anterior se realizó para 60 chicos. En esta escuelita no nos dieron chicha, pero si nos dieron galletitas caseras con coca-cola, y a los quince minutos, entre palabras de agradecimiento, nos dieron de almorzar carne con papas a las once de la mañana. Habrase visto!
Esta vez fuimos con Alexis Javier, mas conocido como Ale o Javi, al que nosotras terminamos por llamar “negro”. Después de la función compramos unas birras y nos fuimos a un hermoso río a terminar de pasar la tarde, muy lindo el rio, muy fría el agua, muy rica la cerveza, pero por que mierda nos tuvieron que comer así los jejenes!!!!!! Nos rascamos las ronchitas hasta ayer.
El viernes tuvimos doble función en Guanare, jugábamos de local en pleno territorio de la Bienal, asique nos comimos las uñas toda la noche anterior y nos pusimos a trabajar tempranon en “La Sede”, mientras que el payazo del Teatro Piedra Libre todavía se pregunta “¿la sede de qué?”.
El espectáculo infantil salió muy bien, la risa fue colectiva cuando se presentaron los tramoyistas Héctor y Eduardo Carpinetti, haciendo referencia claro está, a los famosos mellizos Di Mauro. Después de la función, estuvimos armando la puesta del espectáculo para adultos desde las once de la mañana hasta las cuatro de la tarde. Fue horrible, el técnico, además de ser un baboso insoportable, se movía a ritmo venezolano… o sea, muuuuuuuuuuuuy lento. Pero no desesperamos, y la función salió maravillosa (aunque se quemaron dos luces) y las chicas realmente se lucieron. Entre aplausos, bajé a saludar con ellas y complícemente habíamos preparado un saludo con las manos al público que hacía alusión al lema de campaña de Chávez que va por los 10 millones de votos: “Mueve tus 10”.
El sábado muy temprano fuimos a la inauguración de la sede en Guanare del MBR200 (Movimiento Bolivariano Revolucionario 200), movimiento en donde comenzó su militancia política Hugo Chávez y que en éstas elecciones se alía con el Partido Comunista Venezolano.
En el formal y poco concurrido acto, nos dieron de comer, de beber, y lo mejor del evento fue la emoción que nos causó escuchar a Eugenio con su guitarra y su fusil. Por la noche, brindamos por nuestra partida… ya que el domingo a primera hora regresábamos a Valencia, pero ese es el fragmento, del próximo capítulo, de esta crónica de gira.

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