pesos ($8) o a diez pesos ($10) el día del espectáculo.Repasando un 2006 de esfuerzo, crecimiento (y una que otra rencilla mediática).
sábado, 25 de noviembre de 2006
EL UMBRAL TE RECOMIENDA...
Recital: Ma'PerQué se despide con sus canciones.
Lugar: Salón de Actos, Pabellón Argentina, Ciudad Universitaria.
Capacidad: 400 espectadores.
Fecha: sábado 2 de diciembre a las 21.La banda más mejor de Córdoba despide el año a todo trapo y haciéndola de goma.
Ma'PerQué2 de diciembre en el Salón de Actos del Pabellón Argentina.Un recital en el que podrán apreciarse todas las canciones del grupo.Un segmento con formato acústico y un set eléctrico en el que serepasaran los temas de "La Eterna Pregunta", las canciones quequedaron afuera y algunos adelantos de su segundo compacto que sepresentará en nuestra ciudad el próximo año.Después de un 2006 que encontró a la banda consolidándose en losescenarios de la ciudad, incrementando notablemente su publico, susproducciones y su andamiaje artístico musical, Ma'PerQué cierra suspresentaciones del 2006 con un recital en el que el grupo se proponerecuperar la mística teatral de su origen.El formato del show se centrará en el valor de la canción como idea ycomposición, proponiendo a los espectadores un espectáculo audible,variado en sus momentos y salpicado de humor y textos.El formato acústico será la manera ideal para comenzar la velada dandolugar a una infinidad de canciones, historias urbanas y sensacionesestéticas que recogen la identidad cordobesa y latinoamericanarescatando nuestra sensibilidad y esa particular manera de sentir quenos distingue en todo el mundo.Para la segunda parte, el rock latino en su versión más potente seapoderará de las tablas y del auditorio recorriendo a través de lostemas una infinita variedad de estilos correctamente interpretados yfusionados apropiada e ingeniosamente.
El concierto tendrá aproximadamente dos horas de duración y laslocalidades para presenciarlo son limitadas.Las entradas podrán adquirirse en Lado B General Paz 70 (abajo ) y en
pesos ($8) o a diez pesos ($10) el día del espectáculo.Repasando un 2006 de esfuerzo, crecimiento (y una que otra rencilla mediática).
pesos ($8) o a diez pesos ($10) el día del espectáculo.Repasando un 2006 de esfuerzo, crecimiento (y una que otra rencilla mediática).
•3 presentaciones en Art. Decó con localidades ante una gran cantidadde espectadores.
•Participación en las 2 ediciones de "La Docta Rock"
•Concierto en la Facultad de Arquitectura ante más de 1.000 personas(entradas agotadas).
•Recital en 990 con entradas agotadas.
•Participación en Festival de Bandas Independientes (Faruk Disco) comobanda central junto a Armando Flores.
•Participación en el concierto Ensayos de Orquesta
• Cine ClubMunicipal en el que se grabó el recital en vivo y se tomaron lasimágenes para el video que presentará la banda en Abril de 2007.(Localidades agotadas)
Permanentes presentaciones en locales nocturnos de la ciudad."Psico Ma'PerQué", show temático teatral en Art Decó ante más de 600espectadores (casi las vendemos todas).
•Participación en distintos ciclos y festivales en el interior de laprovincia para este verano 2006/2007.
•Escándalos televisivos, entredichos con periodistas amarillistas,incidentes personales y familiares, boletas de la luz sin pagar yretratos de vida que no vale la pena ponerse a enumerar.
Ma'PerQuéMúsica urbana con aires latinos y acento cordobésLa banda que se viene"
lunes, 20 de noviembre de 2006
Crónicas Venezolanas Cap 5
Me encantaría decir que era una mañana fresca, pero ese adjetivo no es muy conocido en la ciudad de Guanare; por lo que sí, era una mañana calurosa. Salimos a las corridas del Teatro Tempo porque a las 8:30hs. partía el “autobús” y diez minutos antes todavía estábamos desayunando. Después de gritonearnos con los choferes porque nos querían cobrar 5000 bolos de más por cada pasaje, y cobrarnos además por el tamaño, color y peso de los bolsos, ingresamos por fin al mismísimo coche cama que nos llevó a esos parajes. Esta vez no teníamos asientos juntas, asique la Lulu amablemente reorganizó el colectivo para que quedáramos en el mismo asiento. Para pasar el mal rato de las discusiones previas, un flaco despelucado nos preguntó que película preferíamos ver… (porsupuesto que las opciones rondaban entre “El trasportador 2”, “yo robot” y “rápido y furioso 4”. Ante el silencio sepulcral de los pasajeros, nosotras tres gritamos a coro “Yo Robot”, pero el flaco se hizo el sota y nos puso El trasportador 2. La Yani, (que en este viaje descubrimos que no tiene frenos inhibitorios) se levantó a cambiar la película manoseando el DVD del móvil. Porsupuesto, y como era de esperarse, el flacucho se enojó MAL y ella, aplicando la democracia participativa chavista, comenzó a solicitarle a los presentes que eleven sus manos para votar en democrática labor, cual de las películas propuestas se quería ver. Nada importó, y nos comimos el transportador 2 sin haber visto la 1. Lo bueno es que el protagonista (que era doble de Bruce Willis antes de ser actor protagonista) estaba para comérselo con una cuchara, por lo que se nos pasó rápido el tiempo de viaje.
Llegamos a Valencia justo para almorzar, y nos dedicamos al domingo como típico día de descanso y reunión familiar. Por la noche, se nos frustró el programa de ir al cine, pero terminamos comiendo en el centro Comercial Sambil, en donde las chicas se desquitaron con una Mc. hamburguesa, la Cele se deleitó con sushi, y Matías y yo nos hicimos los naturistas y nos comimos una ensalada… Nota: Después de las nueve de la noche en Valencia NO PASA NADA.
El lunes, nos fuimos al colegio privado “Los Robles” para comenzar el armado del espectáculo que daríamos al otro día. Fue terrible. No había modo de mejorar el trazado lumínico para el espectáculo para adultos, no conocíamos las luces, no teníamos el sonido, pero igualmente lo logramos, y el martes dimos la función para un montón de adolescentes que se reían en todas las escenas de amor, entre el gato manchado y la golondrina sinhá. Más allá de toda reflexión, fue una linda experiencia, bastante más agradable que la matutina infantil que no dejó lugar a mucha tarea titiritezca por lo malcriados de los niños.
El miércoles, las chicas hicieron playa con Anita y conocieron el maravilloso pueblito de Puerto Cabello, mientras que yo me fui a Caracas a entrevistarme con algunos contactos en Telesur. No vamos a dar detalles de las jornadas en Caracas, pero si les puedo decir que es indecente el nivel de frío que hace en el bus que te lleva a esa capital, porque no me alcanzó con la polera, el saco y las medias, que encima se me congelaron los pies, las orejas y la nariz. Tanto que casi me vuelvo con un estado grave de amigdalitis, frenado gracias a la inteligencia de mi prima Celeste, que llevó una campera de esas que te dan para esquiar en Bariloche cuando te vas de viaje de estudio. Si señores, leyeron bien: “polera”, sin olvidarnos que estamos en el Caribe.
Durante el fin de semana, las chicas tuvieron funciones en la Feria Internacional de Valencia, un lugar gigante, donde hay puestos de comidas, artesanías, tarimas donde tocan bandas y bailan distintos ritmos típicos, discotecas, juegos mecánicos, un lago, arbolitos envueltos en luces, entre otras cosas. Ferialandia, es el rincón para los mas pequeños. Este pedazo de terreno está coordinado por Yuri, de la Casa de Teatro Té Canela. Como participantes de la Feria, a las chicas le destinaron cada día un guardaespaldas, porque no es de buen talante diplomático que a las muchachas les pasara algo durante su estadía. Esta intervención se lleva a cabo con los artistas internacionales desde que murió una chica de Checoslovaquia y se complicaron las relaciones internacional con dicho país. Es por esto que dependía del teatro Piedra Libre y su bienestar, las relaciones diplomáticas entre Argentina y Venezuela.
Yo solo compartí un día en dicha Feria, me pareció muy linda pero demasiado atestada de gente por todos lados que comen frituras, se chocan, y te corretean por el parque para ponerte una calcomanía de Movistar en la ropa. No, gracias. Pero intenté pasarla lo mejor que pude y me metí de prepo sin pagar entrada con la banda de Carlitos, que no es la que ustedes creen, sino que se llama “Mata Rica” y hacen una mezcla de reggae, ska y rock que está muy buena. La cosa es que me metí con la banda, tomamos cerveza, me comí un helado, me subí al Martillo (sin vomitar) gracias a la insistencia de Débora y ví la actuación de las chicas, todo en el lapso de dos horas. Una vez que terminó el espectáculo infantil, donde el payaso invitaba a todos a escuchar Mata Rica que se presentaba en la tarima de en frente, las tres nos enloquecimos bailando al son de la música y la Yani se puso a saltar como loca prendida de un desconocido que no perdió el ritmo en ningún momento. La Luci y yo nos quedamos al lado del guardaespaldas de turno “Hermoso”, que se llama Diego pero mas que su nombre, es su apodo el que le hace justicia.
El domingo nos despedimos de la familia Cibanik con un almuerzo que tuve yo el agrado de preparar, y como no soy muy ducha en las artes culinarias, les enchufé a todos como seis docenas de empanadas árabes y una docena y media de empanadas de jojoto (choclo) para aquellos que se sientan mas vegetarianos. Lo que si nos deleitó fue el postre, un quesillo (flan) casero, helado y torta, creo que después de ese almuerzo no comemos por un mes. Por la noche, mientras las chicas hacían la última función en la Feria, hicimos el segundo intento dominguero de cine por la noche, esta vez con mayor éxito, asique terminé cagándome de frío mientras vimos “El Gran Truco” con el actor de El Maquinista y el de los X-Men, que son magos y se pelean mucho, pero no les voy a contar el final… solo les puedo decir que estuvo realmente buena.
Es lunes por la mañana y las chicas acaban de llegar de dar su última función en Venezuela, la número 20, de la cual vinieron muy cansadas y sin ganas de hacer títeres como por un año. Hace instantes nomás, la Yani pegó un grito, si señores, se olvidaron la tela del teatro en el colegio... se nos agotan las horas matutinas y no sabemos como hacer para irla a buscar...
Después de almorzar partimos a Caracas y desde allí emprenderemos el retorno a nuestro hogar… Las peripecias de ese viaje, pertenecen al próximo y último capitulo de esta crónica de gira.
Llegamos a Valencia justo para almorzar, y nos dedicamos al domingo como típico día de descanso y reunión familiar. Por la noche, se nos frustró el programa de ir al cine, pero terminamos comiendo en el centro Comercial Sambil, en donde las chicas se desquitaron con una Mc. hamburguesa, la Cele se deleitó con sushi, y Matías y yo nos hicimos los naturistas y nos comimos una ensalada… Nota: Después de las nueve de la noche en Valencia NO PASA NADA.
El lunes, nos fuimos al colegio privado “Los Robles” para comenzar el armado del espectáculo que daríamos al otro día. Fue terrible. No había modo de mejorar el trazado lumínico para el espectáculo para adultos, no conocíamos las luces, no teníamos el sonido, pero igualmente lo logramos, y el martes dimos la función para un montón de adolescentes que se reían en todas las escenas de amor, entre el gato manchado y la golondrina sinhá. Más allá de toda reflexión, fue una linda experiencia, bastante más agradable que la matutina infantil que no dejó lugar a mucha tarea titiritezca por lo malcriados de los niños.
El miércoles, las chicas hicieron playa con Anita y conocieron el maravilloso pueblito de Puerto Cabello, mientras que yo me fui a Caracas a entrevistarme con algunos contactos en Telesur. No vamos a dar detalles de las jornadas en Caracas, pero si les puedo decir que es indecente el nivel de frío que hace en el bus que te lleva a esa capital, porque no me alcanzó con la polera, el saco y las medias, que encima se me congelaron los pies, las orejas y la nariz. Tanto que casi me vuelvo con un estado grave de amigdalitis, frenado gracias a la inteligencia de mi prima Celeste, que llevó una campera de esas que te dan para esquiar en Bariloche cuando te vas de viaje de estudio. Si señores, leyeron bien: “polera”, sin olvidarnos que estamos en el Caribe.
Durante el fin de semana, las chicas tuvieron funciones en la Feria Internacional de Valencia, un lugar gigante, donde hay puestos de comidas, artesanías, tarimas donde tocan bandas y bailan distintos ritmos típicos, discotecas, juegos mecánicos, un lago, arbolitos envueltos en luces, entre otras cosas. Ferialandia, es el rincón para los mas pequeños. Este pedazo de terreno está coordinado por Yuri, de la Casa de Teatro Té Canela. Como participantes de la Feria, a las chicas le destinaron cada día un guardaespaldas, porque no es de buen talante diplomático que a las muchachas les pasara algo durante su estadía. Esta intervención se lleva a cabo con los artistas internacionales desde que murió una chica de Checoslovaquia y se complicaron las relaciones internacional con dicho país. Es por esto que dependía del teatro Piedra Libre y su bienestar, las relaciones diplomáticas entre Argentina y Venezuela.
Yo solo compartí un día en dicha Feria, me pareció muy linda pero demasiado atestada de gente por todos lados que comen frituras, se chocan, y te corretean por el parque para ponerte una calcomanía de Movistar en la ropa. No, gracias. Pero intenté pasarla lo mejor que pude y me metí de prepo sin pagar entrada con la banda de Carlitos, que no es la que ustedes creen, sino que se llama “Mata Rica” y hacen una mezcla de reggae, ska y rock que está muy buena. La cosa es que me metí con la banda, tomamos cerveza, me comí un helado, me subí al Martillo (sin vomitar) gracias a la insistencia de Débora y ví la actuación de las chicas, todo en el lapso de dos horas. Una vez que terminó el espectáculo infantil, donde el payaso invitaba a todos a escuchar Mata Rica que se presentaba en la tarima de en frente, las tres nos enloquecimos bailando al son de la música y la Yani se puso a saltar como loca prendida de un desconocido que no perdió el ritmo en ningún momento. La Luci y yo nos quedamos al lado del guardaespaldas de turno “Hermoso”, que se llama Diego pero mas que su nombre, es su apodo el que le hace justicia.
El domingo nos despedimos de la familia Cibanik con un almuerzo que tuve yo el agrado de preparar, y como no soy muy ducha en las artes culinarias, les enchufé a todos como seis docenas de empanadas árabes y una docena y media de empanadas de jojoto (choclo) para aquellos que se sientan mas vegetarianos. Lo que si nos deleitó fue el postre, un quesillo (flan) casero, helado y torta, creo que después de ese almuerzo no comemos por un mes. Por la noche, mientras las chicas hacían la última función en la Feria, hicimos el segundo intento dominguero de cine por la noche, esta vez con mayor éxito, asique terminé cagándome de frío mientras vimos “El Gran Truco” con el actor de El Maquinista y el de los X-Men, que son magos y se pelean mucho, pero no les voy a contar el final… solo les puedo decir que estuvo realmente buena.
Es lunes por la mañana y las chicas acaban de llegar de dar su última función en Venezuela, la número 20, de la cual vinieron muy cansadas y sin ganas de hacer títeres como por un año. Hace instantes nomás, la Yani pegó un grito, si señores, se olvidaron la tela del teatro en el colegio... se nos agotan las horas matutinas y no sabemos como hacer para irla a buscar...
Después de almorzar partimos a Caracas y desde allí emprenderemos el retorno a nuestro hogar… Las peripecias de ese viaje, pertenecen al próximo y último capitulo de esta crónica de gira.
sábado, 18 de noviembre de 2006
64" FILM FESTIVAL 3.0
III CONCURSO DE VIDEOMINUTOS (Y CUATRO SEGUNDO)
Para todos los que gusten de ver cortos en esta página www.64filmfestival.com.ar van a encontrar 30 minicortos de gente de todo el país. Además se puede votar por el corto que más le guste. Les recomendamos el número 27 Tick- Tack, de nuestro amigo Tomás Galli, quién nos visito en el programa contándonos sobre el corto de animación "Tío Miseria". Es un corto de animación, que refleja una dura realidad que muchos enfrentamos cada mañana. Entren, voten y opinen...
miércoles, 15 de noviembre de 2006
Crónicas Venezolanas Cap 4
Nota: He aquí lo que la compañera Lucía quería relatar de la función en Valencia:
En San Joaquín todos los domingos por la mañana hay funciones de títeres gratuitas para la comunidad. En San Joaquín todos los domingos por la mañana hay misa para la comunidad. En San Joaquín todos los domingos por la mañana los niños llegan tarde a misa. En San Joaquín todos los domingos por la mañana los niños llegan tarde a las funciones de títeres.
Pero un día, el día de la función, el cura tuvo la magnifica idea de hacer una rifa, que extendió mas que nunca la tolerable espera ya que no cantaban los números porque querían venderlos a todos (el premio debe haber sido un pedacito de cielo). Y el respetable, respetabilísimo público nunca llegó a la función. Salvo unos pocos niños, poco devotos por cierto. Fueron llegando lentamente, y esperaron ansiosos el comienzo del espectáculo. De pronto, conformaron una asamblea infantil para decidir si la misa debía de realizarse antes o después de la función: “no puede ser que siempre pase lo mismo…”, “…fue el cura el que cambió el horario de la misa…”, “…¡Que el horario lo cambie el cura!…”y “…y que nos den chicha a la salida…”
L a asamblea determinó por unanimidad que la misa empezara luego de la función de títeres, ya que ésta, estaba programada para ese horario mucho antes. También se decidió que deberían de entregarles un vasito de “chicha” a cada uno después del espectáculo (bebida típica venezolana que es algo así como maicena licuada con azúcar). ¡Viva la República Bolivariana de Venezuela!
Nunca imaginé que a lo largo de esta gira nos fuera posible viajar sin tener que abrir los pesados ojos a las cinco de la mañana. Pero me equivoqué, porque el lunes, partimos a la ciudad de Guanare al mediodía.
En la terminal, tomamos un coche cama de “Expreso Barinas”, que nos cobró muy caro y que nos metió a las corridas en el bus. Nos sentamos juntas en los primeros asientos del segundo piso, y pegamos un grito de desesperación al notar que una especie de mosquitero estaba frente a nosotras nublándonos la vista. Tremendo problema fue percatarnos de que el mosquitero que estaba justamente frente amí no se levantaba. Pero “dejamos el estrés”, y de mi mochila de Mary Poppins, y al mejor modo de “lo atamos con alambre” de Ignacio Coppani, saqué una cinta scoch y pegamos el susodicho en la parte superior del techo del colectivo. Aparte de eso, NO nos pasaron ninguna película, y al cabo de una hora amí me dieron ganas de ir al baño. Bajé precipitadamente para utilizar el “toilette” y el muy inútil estaba herméticamente cerrado, asique no tuve mas que golpear con voracidad la puertita que da a la cabina de los choferes. Un gordo de gorra salió con cara de pocos amigos y frente a mi pedido me respondió que pronto pararíamos en una bomba (estación de servicio). Media hora mas tarde, nos frenamos en un parador. Con la Luci bajamos tipo flash, y en el baño con el cartelito de “damas” le tiramos 300 bolos a una chica para que nos diera un rollito de papel higiénico. Cuando quisimos subir de nuevo en busca del aire acondicionado, el chofer había cerrado la puerta dejándonos a nuestra merced bajo un pequeño techo, (cabe agregar que hacía mucho calor y llovía fuertemente), mientras que dentro, quedó la pobre Yani que no sabíamos si dormía o desesperaba por salir, duda que se nos presentó ya que los vidrios eran polarizados. Pero finalmente, luego de almorzar y de haberse tomado su tiempo, el chofer volvió a su puesto de conductor y nosotras continuamos la marcha.
Llegamos a Guanare a las seis de la tarde. El Lalo nos esperaba en el terminal, algo apurado porque en una hora se daría comienzo a la 8va Bienal Internacional del Teatro de Muñecos.
Es casi indescriptible la majestuosidad del Teatro Tempo, un maravilloso edificio colmado de, escaleras y desniveles, que subdividen patio, sala de teatro, taller, biblioteca, cocina, comedor, oficinas repletas de hermosos afiches, terrazas y cómodas habitaciones. Al mejor estilo antiguo, los metros cubiertos rodean el patio principal. Al ingresar, se nos antojó quedarnos a vivir ahí para siempre. La gente que trabaja en el Tempo es extremadamente hospitalaria y bondadosa, nos codeamos de cocineras increíbles (gracias por el jugo de parchita), con encargados, visitantes, pobladores, administradores, directores, presentadores y titiriteros peruanos, ecuatorianos, mexicanos, italianos, españoles y por supuesto argentinos. De los argentinos barilochenses rescatamos la locura de Adrian, la ternura de Julio, y la guitarra y la voz (igualita a la de León Gieco) de Eugenio.
Asique hubo de todo, funciones a todas horas, charlas increíbles, anécdotas divertidas, guitarreadas, cervezas polar y mucho, mucho tachín, tachín.
El Teatro Tempo, aglutina a titiriteros y actores de todos los rincones del mundo, enseña, produce, realiza, y lucha por un proyecto de ley cultural que abarque a todo el país y Latinoamérica.
El martes fuimos a Carora, un pueblito chiquitito y muy bonito que quedaba realmente muy lejitos. La función fue en un teatro gigante, enorme, con decir que demoramos como veinte minutos en cerrar nuestras bocas del asombró que nos provocó al verlo. Acudieron al evento mas de 400 niños… un éxito total! Fuimos con Jesús, el verdadero salvador, que conducía la camioneta velozmente y que nos aguantó sin chistar los pedidos de frenarnos en puestos de artesanías, las paradas para cargar agua para el mate, y los hits de los 90 que cantamos sin parar con la Yani durante el camino de regreso. Los destacados fueron “el oficio de ser mamá” de Macaferry y Asociados, “la pachanga” de Vilma Palma y Vampiros y la canción de la novela “la extraña dama” con Luisa Kuliok. Después de eso, nos pusimos a cantar los estribillos de las canciones mas populares de “La Barra”, solo con la intensión de hacerle conocer a Jesús, nuestra cultura cuartetera y distinguirnos así de los porteños. Ni siquiera la Yani dejó de cantar cuando pasamos por Barquisimeto, ciudad a la que ella prefería llamarle “Parquimetro”, pero no me pregunten por qué.
El jueves nos fuimos a Chabasquén, otro recóndito lugar en las montañas, rodeado de cafetales en los andes venezolanos. La función fue en una escuelita muy chiquitita, y a diferencia de la función anterior se realizó para 60 chicos. En esta escuelita no nos dieron chicha, pero si nos dieron galletitas caseras con coca-cola, y a los quince minutos, entre palabras de agradecimiento, nos dieron de almorzar carne con papas a las once de la mañana. Habrase visto!
Esta vez fuimos con Alexis Javier, mas conocido como Ale o Javi, al que nosotras terminamos por llamar “negro”. Después de la función compramos unas birras y nos fuimos a un hermoso río a terminar de pasar la tarde, muy lindo el rio, muy fría el agua, muy rica la cerveza, pero por que mierda nos tuvieron que comer así los jejenes!!!!!! Nos rascamos las ronchitas hasta ayer.
El viernes tuvimos doble función en Guanare, jugábamos de local en pleno territorio de la Bienal, asique nos comimos las uñas toda la noche anterior y nos pusimos a trabajar tempranon en “La Sede”, mientras que el payazo del Teatro Piedra Libre todavía se pregunta “¿la sede de qué?”.
El espectáculo infantil salió muy bien, la risa fue colectiva cuando se presentaron los tramoyistas Héctor y Eduardo Carpinetti, haciendo referencia claro está, a los famosos mellizos Di Mauro. Después de la función, estuvimos armando la puesta del espectáculo para adultos desde las once de la mañana hasta las cuatro de la tarde. Fue horrible, el técnico, además de ser un baboso insoportable, se movía a ritmo venezolano… o sea, muuuuuuuuuuuuy lento. Pero no desesperamos, y la función salió maravillosa (aunque se quemaron dos luces) y las chicas realmente se lucieron. Entre aplausos, bajé a saludar con ellas y complícemente habíamos preparado un saludo con las manos al público que hacía alusión al lema de campaña de Chávez que va por los 10 millones de votos: “Mueve tus 10”.
El sábado muy temprano fuimos a la inauguración de la sede en Guanare del MBR200 (Movimiento Bolivariano Revolucionario 200), movimiento en donde comenzó su militancia política Hugo Chávez y que en éstas elecciones se alía con el Partido Comunista Venezolano.
En el formal y poco concurrido acto, nos dieron de comer, de beber, y lo mejor del evento fue la emoción que nos causó escuchar a Eugenio con su guitarra y su fusil. Por la noche, brindamos por nuestra partida… ya que el domingo a primera hora regresábamos a Valencia, pero ese es el fragmento, del próximo capítulo, de esta crónica de gira.
En San Joaquín todos los domingos por la mañana hay funciones de títeres gratuitas para la comunidad. En San Joaquín todos los domingos por la mañana hay misa para la comunidad. En San Joaquín todos los domingos por la mañana los niños llegan tarde a misa. En San Joaquín todos los domingos por la mañana los niños llegan tarde a las funciones de títeres.
Pero un día, el día de la función, el cura tuvo la magnifica idea de hacer una rifa, que extendió mas que nunca la tolerable espera ya que no cantaban los números porque querían venderlos a todos (el premio debe haber sido un pedacito de cielo). Y el respetable, respetabilísimo público nunca llegó a la función. Salvo unos pocos niños, poco devotos por cierto. Fueron llegando lentamente, y esperaron ansiosos el comienzo del espectáculo. De pronto, conformaron una asamblea infantil para decidir si la misa debía de realizarse antes o después de la función: “no puede ser que siempre pase lo mismo…”, “…fue el cura el que cambió el horario de la misa…”, “…¡Que el horario lo cambie el cura!…”y “…y que nos den chicha a la salida…”
L a asamblea determinó por unanimidad que la misa empezara luego de la función de títeres, ya que ésta, estaba programada para ese horario mucho antes. También se decidió que deberían de entregarles un vasito de “chicha” a cada uno después del espectáculo (bebida típica venezolana que es algo así como maicena licuada con azúcar). ¡Viva la República Bolivariana de Venezuela!
Nunca imaginé que a lo largo de esta gira nos fuera posible viajar sin tener que abrir los pesados ojos a las cinco de la mañana. Pero me equivoqué, porque el lunes, partimos a la ciudad de Guanare al mediodía.
En la terminal, tomamos un coche cama de “Expreso Barinas”, que nos cobró muy caro y que nos metió a las corridas en el bus. Nos sentamos juntas en los primeros asientos del segundo piso, y pegamos un grito de desesperación al notar que una especie de mosquitero estaba frente a nosotras nublándonos la vista. Tremendo problema fue percatarnos de que el mosquitero que estaba justamente frente amí no se levantaba. Pero “dejamos el estrés”, y de mi mochila de Mary Poppins, y al mejor modo de “lo atamos con alambre” de Ignacio Coppani, saqué una cinta scoch y pegamos el susodicho en la parte superior del techo del colectivo. Aparte de eso, NO nos pasaron ninguna película, y al cabo de una hora amí me dieron ganas de ir al baño. Bajé precipitadamente para utilizar el “toilette” y el muy inútil estaba herméticamente cerrado, asique no tuve mas que golpear con voracidad la puertita que da a la cabina de los choferes. Un gordo de gorra salió con cara de pocos amigos y frente a mi pedido me respondió que pronto pararíamos en una bomba (estación de servicio). Media hora mas tarde, nos frenamos en un parador. Con la Luci bajamos tipo flash, y en el baño con el cartelito de “damas” le tiramos 300 bolos a una chica para que nos diera un rollito de papel higiénico. Cuando quisimos subir de nuevo en busca del aire acondicionado, el chofer había cerrado la puerta dejándonos a nuestra merced bajo un pequeño techo, (cabe agregar que hacía mucho calor y llovía fuertemente), mientras que dentro, quedó la pobre Yani que no sabíamos si dormía o desesperaba por salir, duda que se nos presentó ya que los vidrios eran polarizados. Pero finalmente, luego de almorzar y de haberse tomado su tiempo, el chofer volvió a su puesto de conductor y nosotras continuamos la marcha.
Llegamos a Guanare a las seis de la tarde. El Lalo nos esperaba en el terminal, algo apurado porque en una hora se daría comienzo a la 8va Bienal Internacional del Teatro de Muñecos.
Es casi indescriptible la majestuosidad del Teatro Tempo, un maravilloso edificio colmado de, escaleras y desniveles, que subdividen patio, sala de teatro, taller, biblioteca, cocina, comedor, oficinas repletas de hermosos afiches, terrazas y cómodas habitaciones. Al mejor estilo antiguo, los metros cubiertos rodean el patio principal. Al ingresar, se nos antojó quedarnos a vivir ahí para siempre. La gente que trabaja en el Tempo es extremadamente hospitalaria y bondadosa, nos codeamos de cocineras increíbles (gracias por el jugo de parchita), con encargados, visitantes, pobladores, administradores, directores, presentadores y titiriteros peruanos, ecuatorianos, mexicanos, italianos, españoles y por supuesto argentinos. De los argentinos barilochenses rescatamos la locura de Adrian, la ternura de Julio, y la guitarra y la voz (igualita a la de León Gieco) de Eugenio.
Asique hubo de todo, funciones a todas horas, charlas increíbles, anécdotas divertidas, guitarreadas, cervezas polar y mucho, mucho tachín, tachín.
El Teatro Tempo, aglutina a titiriteros y actores de todos los rincones del mundo, enseña, produce, realiza, y lucha por un proyecto de ley cultural que abarque a todo el país y Latinoamérica.
El martes fuimos a Carora, un pueblito chiquitito y muy bonito que quedaba realmente muy lejitos. La función fue en un teatro gigante, enorme, con decir que demoramos como veinte minutos en cerrar nuestras bocas del asombró que nos provocó al verlo. Acudieron al evento mas de 400 niños… un éxito total! Fuimos con Jesús, el verdadero salvador, que conducía la camioneta velozmente y que nos aguantó sin chistar los pedidos de frenarnos en puestos de artesanías, las paradas para cargar agua para el mate, y los hits de los 90 que cantamos sin parar con la Yani durante el camino de regreso. Los destacados fueron “el oficio de ser mamá” de Macaferry y Asociados, “la pachanga” de Vilma Palma y Vampiros y la canción de la novela “la extraña dama” con Luisa Kuliok. Después de eso, nos pusimos a cantar los estribillos de las canciones mas populares de “La Barra”, solo con la intensión de hacerle conocer a Jesús, nuestra cultura cuartetera y distinguirnos así de los porteños. Ni siquiera la Yani dejó de cantar cuando pasamos por Barquisimeto, ciudad a la que ella prefería llamarle “Parquimetro”, pero no me pregunten por qué.
El jueves nos fuimos a Chabasquén, otro recóndito lugar en las montañas, rodeado de cafetales en los andes venezolanos. La función fue en una escuelita muy chiquitita, y a diferencia de la función anterior se realizó para 60 chicos. En esta escuelita no nos dieron chicha, pero si nos dieron galletitas caseras con coca-cola, y a los quince minutos, entre palabras de agradecimiento, nos dieron de almorzar carne con papas a las once de la mañana. Habrase visto!
Esta vez fuimos con Alexis Javier, mas conocido como Ale o Javi, al que nosotras terminamos por llamar “negro”. Después de la función compramos unas birras y nos fuimos a un hermoso río a terminar de pasar la tarde, muy lindo el rio, muy fría el agua, muy rica la cerveza, pero por que mierda nos tuvieron que comer así los jejenes!!!!!! Nos rascamos las ronchitas hasta ayer.
El viernes tuvimos doble función en Guanare, jugábamos de local en pleno territorio de la Bienal, asique nos comimos las uñas toda la noche anterior y nos pusimos a trabajar tempranon en “La Sede”, mientras que el payazo del Teatro Piedra Libre todavía se pregunta “¿la sede de qué?”.
El espectáculo infantil salió muy bien, la risa fue colectiva cuando se presentaron los tramoyistas Héctor y Eduardo Carpinetti, haciendo referencia claro está, a los famosos mellizos Di Mauro. Después de la función, estuvimos armando la puesta del espectáculo para adultos desde las once de la mañana hasta las cuatro de la tarde. Fue horrible, el técnico, además de ser un baboso insoportable, se movía a ritmo venezolano… o sea, muuuuuuuuuuuuy lento. Pero no desesperamos, y la función salió maravillosa (aunque se quemaron dos luces) y las chicas realmente se lucieron. Entre aplausos, bajé a saludar con ellas y complícemente habíamos preparado un saludo con las manos al público que hacía alusión al lema de campaña de Chávez que va por los 10 millones de votos: “Mueve tus 10”.
El sábado muy temprano fuimos a la inauguración de la sede en Guanare del MBR200 (Movimiento Bolivariano Revolucionario 200), movimiento en donde comenzó su militancia política Hugo Chávez y que en éstas elecciones se alía con el Partido Comunista Venezolano.
En el formal y poco concurrido acto, nos dieron de comer, de beber, y lo mejor del evento fue la emoción que nos causó escuchar a Eugenio con su guitarra y su fusil. Por la noche, brindamos por nuestra partida… ya que el domingo a primera hora regresábamos a Valencia, pero ese es el fragmento, del próximo capítulo, de esta crónica de gira.
viernes, 10 de noviembre de 2006
Si quieren conocer más el trabajo de "Pies al Cielo", el viernes 17 de noviembre se llevará acabo la segundo feria de Discos en el Paseo de las Artes, donde no solo van a estar los chicos de "Pies..", sino también otras bandas de Córdoba. Y, por supuesto, en el programa, vamos a estar informando donde se van a estar presentando para que los vayas a escuchar en vivo...
En nuestro último programa tuvimos como invitados a una de las promesas de la música local, los chicos de "Pies al Cielo". Esta banda colecta elementos de idtintos estilos, se fusionan el hardcore, el rock progresivo, el funk, el heavy, el hip hop y unos cuantos anglicismos más. La Banda esta formada por los hermanos Estebal y Ezequiel Rogna, y Juan Pablo Lucco. Ya tiene un disco (que venden en los recitales) titulado "Elevando suelas del suelo" y están preparando el segundo...
miércoles, 8 de noviembre de 2006
Crónicas Venezolanas Cap 3
Suficientes fueron las interminables horas de viaje que tuvimos que soportar para llegar a la ciudad de Valencia.
Salimos a las cinco de la mañana. Después de cruzar la isla hasta el puerto nos desayunamos con la noticia de que el ferry tenía dos horas de retrazo, por lo cual en vez de salir a las siete de la mañana salimos a las nueve. La sala de espera, estaba más helada que camión de carne, y en los exteriores, abrumaba el calor. Asique decidimos dar rienda suelta a nuestro espíritu aventurero y salimos a recorrer Puerto Las Piedras en busca de agua caliente para tomar mate. Es difícil describir los rostros, gestos y gemidos de los paisanos cuando pedimos agua caliente. Mostrando el termito azul de medio litro, no pueden entender porque queremos tanta cantidad de agua, entonces te dan un vasito chiquitito, o te preguntan si es una bebida alcohólica, o si tiene algún efecto alucinógeno.
Una vez en el Ferry, jugamos al tute rodeadas de niños venezolanos queriendo participar del enredo lúdico. Tanto nos entretuvimos con las cartas, que nos perdimos de los saltos de los delfines que acompañaban el movimiento mecedor del navío.
Se nos pasó por fin el rato de cuatro horas en la mar, y fue así como dimos comienzo al viaje por tierra.
Para evitar las colas (tremenda caravana de automóviles), al Lalo se le ocurrió hacer el camino más largo para no tener que atravesar Caracas y su acumulación de carros. Yendo a Valencia por los llanos desde Puerto La Cruz, era algo así como ir a Santa Fé desde Córdoba por Tierra del Fuego.
Total, que llegamos a la medianoche agobiadas y hambrientas. Fue gracias a la hospitalidad de la familia Cibanik-Di Mauro, que Anita nos esperaba con empanaditas criollas y ensalada mixta, un manjar para nuestros paladares que de tanta pasta y arepa ya nos sentíamos enharinadas.
El período en Valencia sirvió de disfrute y relajación, conocimos plazas, museos, ferias de libros, centros comerciales y hasta vimos una función de títeres del Teatro La Pareja de Daniel Di Mauro que disfrutamos mucho. Luego de amenazadoras promesas de que lo mejor de Valencia son las playas, nos llevaron solo una vez a Isla Larga, que vale decir es un paraíso. Para llegar a Isla Larga se debe cruzar en lancha desde Puerto Cabello, cuyo nombre se debe a que, al ser sus aguas tan calmas, se pueden anclar los barcos con solo un cabello. En la Isla, cada pequeña ola rompe delicadamente la blanca y fina arena con una franja de granitos rojos que dibujan el contorno del agua. De extremada transparencia, el mar deja ver cardúmenes de pequeños peces curiosos que te rodean el cuerpo después de estar cinco minutos sumergido. Otros, mas grandes y audaces, te muerden los pies y saltan en conjunto agitando el agua. La fauna es increíble, sobrevuelan a escasos metros pelícanos y gaviotas, y se entretienen husmeadoras lagartijas turquesas en tus bolsos y zapatos. La Isla es un verdadero circo natural. Al principio, nos comieron los jejenes (mosquitos), ávidos por sangre extranjera, pero por suerte, el primo Mati, siempre listo cual Boy Scout, se mostró preparado cargando dos tubos de repelente que desenvainó con puntería cual Michael J. Fox en “Volver al Futuro 3”. “La memoria de los peces es de tres segundos” dijo el primo y a mí me sonó a segundo disco de Ismael Serrano. Asique jugamos con el tema haciendo referencia a las cuestiones que serían reiteradas por un pez, que intentara llevar adelante una conversación semi civilizada. Pero ¡recuerda Mati!, que la memoria no está relacionada con el tamaño del espécimen. Es una cuestión de intelecto y del corazón también, porque muchas veces, es la emoción la que elige aquellas cosas que queremos recordar y aquellas que preferimos olvidar. "Con mucho bronceado y poco agua dulce, partimos en la última lancha de regreso a la ciudad. Vimos películas, vimos capítulos estreno de series imperdibles, comimos arepas, cachapas y allacas. Tomamos cerveza, tequila, mate y jugos de frutas raras como la lechosa, la guayaba y la parchita (parchita querida, nunca te olvidaré). Todas hicimos algo por nuestra salud. A mí se me dio por agujerearme la nariz, para mejorar mi capacidad respiratoria y contrarrestar la rinitis crónica. Y a las chicas en cambio, se les dio por ir a Trincheras, por la noche, a las aguas termales, y llenarse de vigor y de barro curativo. Lo que si, no llegaron a meterse en la última pileta por ser ésta la de mayor temperatura. Nos sorprendieron dos importantes espectáculos, por un lado, el recital de “Venezuela Identidad Musical”, mas conocido por nosotras como el “show de la arepa”, donde se cantaban canciones folklóricas típicas de Venezuela, y una gorda (la arepa mayor) bailaba al son de una gaita y que por cierto se movía mejor que Cheyene en un recital en Obras. Además de bailar, era la encargada de animar la fiesta representando gráficamente las letras de las canciones. Cuando menos te lo esperabas, te aparecían unas chicas que formaban parte del equipo recreativo, colocándote maracas, banderas pañuelos y silbatos para participar del evento, y moverlos y soplarlos según las instrucciones precisas de la arepa mayor. En un momento dado, a la Luci le enchufaron a San Juan y tuvo que pasearlo por toda la sala al son de la música y los aplausos. Por otro lado, quisimos disfrutar de una obra de teatro llamada “Urbano” realizada por un grupo de jóvenes de Mérida (eso explica el porqué de los pantalones largos y los sacos abrigados). El espectáculo, se asemejaba a una película yanqui futurista de guerra, en donde la protagonista es como la de Terminator, es decir: “Estoy re sucia, pero estoy re buena” y donde además, los personajes nos parecieron sobreactuados. Esta última apreciación, se debe yo creo al modo de hablar de los venezolanos, que después de exportar las traducciones al español hechas en Venezuela, y sus novelas nacionales, el discurso de cualquier lugareño nos sonará a discurso sobreactuado.
Salimos a las cinco de la mañana. Después de cruzar la isla hasta el puerto nos desayunamos con la noticia de que el ferry tenía dos horas de retrazo, por lo cual en vez de salir a las siete de la mañana salimos a las nueve. La sala de espera, estaba más helada que camión de carne, y en los exteriores, abrumaba el calor. Asique decidimos dar rienda suelta a nuestro espíritu aventurero y salimos a recorrer Puerto Las Piedras en busca de agua caliente para tomar mate. Es difícil describir los rostros, gestos y gemidos de los paisanos cuando pedimos agua caliente. Mostrando el termito azul de medio litro, no pueden entender porque queremos tanta cantidad de agua, entonces te dan un vasito chiquitito, o te preguntan si es una bebida alcohólica, o si tiene algún efecto alucinógeno.
Una vez en el Ferry, jugamos al tute rodeadas de niños venezolanos queriendo participar del enredo lúdico. Tanto nos entretuvimos con las cartas, que nos perdimos de los saltos de los delfines que acompañaban el movimiento mecedor del navío.
Se nos pasó por fin el rato de cuatro horas en la mar, y fue así como dimos comienzo al viaje por tierra.
Para evitar las colas (tremenda caravana de automóviles), al Lalo se le ocurrió hacer el camino más largo para no tener que atravesar Caracas y su acumulación de carros. Yendo a Valencia por los llanos desde Puerto La Cruz, era algo así como ir a Santa Fé desde Córdoba por Tierra del Fuego.
Total, que llegamos a la medianoche agobiadas y hambrientas. Fue gracias a la hospitalidad de la familia Cibanik-Di Mauro, que Anita nos esperaba con empanaditas criollas y ensalada mixta, un manjar para nuestros paladares que de tanta pasta y arepa ya nos sentíamos enharinadas.
El período en Valencia sirvió de disfrute y relajación, conocimos plazas, museos, ferias de libros, centros comerciales y hasta vimos una función de títeres del Teatro La Pareja de Daniel Di Mauro que disfrutamos mucho. Luego de amenazadoras promesas de que lo mejor de Valencia son las playas, nos llevaron solo una vez a Isla Larga, que vale decir es un paraíso. Para llegar a Isla Larga se debe cruzar en lancha desde Puerto Cabello, cuyo nombre se debe a que, al ser sus aguas tan calmas, se pueden anclar los barcos con solo un cabello. En la Isla, cada pequeña ola rompe delicadamente la blanca y fina arena con una franja de granitos rojos que dibujan el contorno del agua. De extremada transparencia, el mar deja ver cardúmenes de pequeños peces curiosos que te rodean el cuerpo después de estar cinco minutos sumergido. Otros, mas grandes y audaces, te muerden los pies y saltan en conjunto agitando el agua. La fauna es increíble, sobrevuelan a escasos metros pelícanos y gaviotas, y se entretienen husmeadoras lagartijas turquesas en tus bolsos y zapatos. La Isla es un verdadero circo natural. Al principio, nos comieron los jejenes (mosquitos), ávidos por sangre extranjera, pero por suerte, el primo Mati, siempre listo cual Boy Scout, se mostró preparado cargando dos tubos de repelente que desenvainó con puntería cual Michael J. Fox en “Volver al Futuro 3”. “La memoria de los peces es de tres segundos” dijo el primo y a mí me sonó a segundo disco de Ismael Serrano. Asique jugamos con el tema haciendo referencia a las cuestiones que serían reiteradas por un pez, que intentara llevar adelante una conversación semi civilizada. Pero ¡recuerda Mati!, que la memoria no está relacionada con el tamaño del espécimen. Es una cuestión de intelecto y del corazón también, porque muchas veces, es la emoción la que elige aquellas cosas que queremos recordar y aquellas que preferimos olvidar. "Con mucho bronceado y poco agua dulce, partimos en la última lancha de regreso a la ciudad. Vimos películas, vimos capítulos estreno de series imperdibles, comimos arepas, cachapas y allacas. Tomamos cerveza, tequila, mate y jugos de frutas raras como la lechosa, la guayaba y la parchita (parchita querida, nunca te olvidaré). Todas hicimos algo por nuestra salud. A mí se me dio por agujerearme la nariz, para mejorar mi capacidad respiratoria y contrarrestar la rinitis crónica. Y a las chicas en cambio, se les dio por ir a Trincheras, por la noche, a las aguas termales, y llenarse de vigor y de barro curativo. Lo que si, no llegaron a meterse en la última pileta por ser ésta la de mayor temperatura. Nos sorprendieron dos importantes espectáculos, por un lado, el recital de “Venezuela Identidad Musical”, mas conocido por nosotras como el “show de la arepa”, donde se cantaban canciones folklóricas típicas de Venezuela, y una gorda (la arepa mayor) bailaba al son de una gaita y que por cierto se movía mejor que Cheyene en un recital en Obras. Además de bailar, era la encargada de animar la fiesta representando gráficamente las letras de las canciones. Cuando menos te lo esperabas, te aparecían unas chicas que formaban parte del equipo recreativo, colocándote maracas, banderas pañuelos y silbatos para participar del evento, y moverlos y soplarlos según las instrucciones precisas de la arepa mayor. En un momento dado, a la Luci le enchufaron a San Juan y tuvo que pasearlo por toda la sala al son de la música y los aplausos. Por otro lado, quisimos disfrutar de una obra de teatro llamada “Urbano” realizada por un grupo de jóvenes de Mérida (eso explica el porqué de los pantalones largos y los sacos abrigados). El espectáculo, se asemejaba a una película yanqui futurista de guerra, en donde la protagonista es como la de Terminator, es decir: “Estoy re sucia, pero estoy re buena” y donde además, los personajes nos parecieron sobreactuados. Esta última apreciación, se debe yo creo al modo de hablar de los venezolanos, que después de exportar las traducciones al español hechas en Venezuela, y sus novelas nacionales, el discurso de cualquier lugareño nos sonará a discurso sobreactuado.
El domingo cinco de noviembre por la mañana, el Teatro Piedra Libre dio una función infantil en el Centro Cultural San Joaquín, maravilloso edificio de hermosas y extrañas matas (o sea: plantas). La Luci quería hacer una acotación de esta obra pero como se fue de la sala de redacción lo agregará posteriormente. Por la noche, fuimos a un bar mexicano (hay que venir a Venezuela para ir a un bar mexicano!!!!! Que bárbaro). La cosa es que tomamos tequila, comimos enchiladas, e hicimos la ola en la mesa cada vez que el equipo de beisball del lugar anotaba una carrera en la pantalla gigante. Ya el lunes, emprendimos viaje a Guanare para participar de la 8va Bienal. Esta vez no amanecimos para salir a las rutas, pero esa es la historia del próximo capítulo de esta Crónica de Gira. "
Crónicas Venezolanas Cap 2
Fe de erratas del capítulo 1: Los venezolanos no dicen que la cerveza de litro “se enfría”, sino que “se calienta”. El Hotel era maravilloso, la inmensa pileta con desniveles, quincho flotante y jacuzzi, era un paso obligado antes de irnos a dormir, a comer o a hacer cualquier gilada en el hotel. Parábamos en un departamentito que compartíamos el Teatro Piedra Libre, la conductora Mari con su hijo Rafael y la Prima Cele con su hermoso hijo (y por cierto mi ahijado) Sebastián. Éramos muchos pero nos queríamos mucho también. Entre tantas cosas, la heladera funcionaba mal, el aire acondicionado era bajo y el viento que entraba por el balcón se pasaba de caluroso, asique intentábamos estar lo menos posible dentro de la habitación. Teníamos tele, si, pero los canales de cable eran solo 4 y nos la pasábamos viendo cinema a la carte por TNT, donde nos comimos 3 películas de Sean Peen y Nicolas Cage. Otra cosa maravillosa que tenía el Hotel era que estábamos alejadas del tío abuelo Lalo, que mas allá de ser un caramelo con patas, nos sobreprotegía demasiado, con decir que fue a Margarita solo para cuidarnos. Según cuenta la leyenda del festival, el que paráramos en ese hotel, es una estrategia de los organizadores para que todo titiritero que pise la isla, pueda estar al menos unas horas sin que el enérgico Maestro dé instructivos de cuidados básicos del cuerpo y la mente, y nos hable de títeres y de la Revolución Bolivariana. También fue una buena opción para que no nos levante a las 5 de la mañana para salir a correr y mantenerse en forma y para que además podamos ir al ciber que quedaba a media cuadra sin la presencia de un guardaespaldas. La compañera Yanina posee un gran cúmulo de admiradores infantiles, ya que el boom televisivo se ve reflejado en las repeticiones de la serie FLORICIENTA y los niños venezolanos creen que Pérez es Florencia Bertotti, asique nos persiguen tralacalas de niños cantando canciones de Cris Morena y pidiéndole que haga alguna gracia mágica del mutimillonario personaje de Flor. Pero como no le basta ser la mas admirada de todas, ella además tuvo la gracia de amigarse con un grupo de pilotos que se hospedaban en el Hotel, que convidaron cerveza e invitaban a parrilladas en la playa a la que no pudimos ir porque también había funciones que hacer… Vamos amigos queridos y queridos amigos… que también fuimos a trabajar!!! “Fuimos” dijo el mosquito, que yo estuve mas al pedo que cenicero de moto, ya que en realidad el festival era de títeres para niños y no para adultos (en donde yo vengo a tener una mínima participación), por lo que me desgusté de unas hermosas vacaciones pagas en una de las mas maravillosas islas del Caribe. Y hablando de trabajo, el Festival nos dio la posibilidad de conocer muchísimas localidades de la isla, y nos llevamos una hermosa impresión de Margarita: pueblitos pintorescos, rodeados de montañas y mucho verde, con casitas de colores con diversidad de flores; la gente caminando por las calles, sentadas en las puertas de sus casas tomando algo fresco; playas de poca y mucha arena, con pequeñas y grandes olas, con poca y mucha sal; con murales y grafitis alusivos a la revolución, a los derechos humanos y a la militancia política. Del lugar nos llevamos además, una gran cantidad de documentos fotográficos muy representativos de la isla, y esto es gracias a la ferviente obsesión de la compañera Lucía a poner en pausa una imagen que estaba viviendo como única con la sola razón de luego compartirla con ustedes. Es tan grande su obsesión, que en este momento me está sacando una foto mientras yo escribo esta crónica, para documentar además, mi labor en este viaje. Vale agregar, que mientras ella no puede tomar fotografías porque posee un títere de guante en la mano, me he dedicado yo a registrar las impresiones del público, y además, la acalorada labor de sostener la tela del teatro mientras la ponen y la sacan (en serio, es negra, enorme y gruesa, en un clima caluroso, húmedo y pegajoso). Las funciones nos llevaron de la mano a conocer escuelas, centros culturales, fiestas populares, y centros comerciales. Y el calor que sufrían los pobres cuerpecitos de las titiriteras, se contrarrestaba con la gran capacidad de sonreír y disfrutar que nos transmitieron los niños. Montones de caritas contentas que gritaban “ahí está la vieja” o “cuidado con el policía” o “duro, Paco, duro!”, señalaban con el dedo a malvados imaginarios y cantaban el himno de los payasos al compás de “una sardina”, hit del payaso del Teatro “El Telón”; himno que, según el payaso Pipo del teatro piedra Libre, habla de la pasión de liberar los pueblos, del amor y la amistad, de la lucha por la redistribución de la riqueza, de la revolución socialista, de la paz, y otros aditamentos descriptos por el payaso de la carpa verde, que junto al mago de la carpa azul se unieron para formar un partido único en contra de los desoyedores de pregones circenses, malhechores de actividades culturales y llamadores de policías por ruidos molestos. Luego de 8 funciones; prácticas de pileta con el Seba al son de “pon, pon, dedito pon, el dedito en el botón”; recorridos ruteros de la mano del guía Rafa que con 10 años era el mas ubicado geográficamente hablando; de comidas pesadas y calurosas que con mucho amor nos hacía Valerí y el de la cooperativa que nos enviaba comida al hotel, quién terminó dándonos ensalada de fruta de cenar después de nuestras quejas; de charlas intensas con el Maestro sobre el futuro de la humanidad y sobre el futuro de la profesión del titiritero (donde le costaba creer que yo no lo era, y ya agitaba para que comenzara mi carrera familiar); de chusmear a mas no poder con la Cele que nos emborrachó con vodka con limón y nos generó el vicio del maní japonés; descubrimos por fin la noche margariteña. Durante una de nuestras aposentadas al borde de la pileta tomando alcohol (que no se entere el Lalo), llegaron al hotel los músicos del grupo “GUACO”, reconocida banda venezolana que hace una especie de rock, fusión con funk, pop, merengue, boleros de Luis Miguel, samba, lambada, salsa, jazz, y otros ritmos folklóricos inéditos. Como yo conocía con anterioridad la banda porque un músico valenciano me había regalado unos discos en mi viaje anterior, y que de hecho la he pasado en mi programa de radio en Córdoba no solo porque me gustaba mucho la música sino porque además nos habían comentado que eran chavistas, decidimos ir a verlos a la disco “Terraza” en el Centro Comercial La Redoma. Entonces, como somos chicas locas y jugadas, nos fuimos de frente mar a hablar con los músicos en el hotel, nos hicimos amigas del mánager (gordito fenomenal y capo en la industria de la música venezolana) y nos regalaron las entradas. Asique allí nos fuimos, y para que contaros que no todo lo que brilla es oro. Resulta ser que el integrante de Guaco mas copado se había ido a otra banda y la nueva composición dejaba mucho que desear: No solo que no eran chavistas sino que además pregonaban su pronta destitución. Para colmo de males, y como dice nuestra asesora estética “Flopi”: se vestían mal, bailaban con los pasitos de La Barra y tenían cursis boleros de letras ñoñas. Igualmente, la música te hacia mover las cachas, y los músicos eran realmente buenos, asique nos entregamos a la bebida, y bailamos, y sudamos y gritamos cual club de fans. Después que terminó el recital, con Bertotti quisimos bailar reggaetón y Di mauro no tuvo mas que registrar en su cámara algunas imágenes y luego agitar para ir a dormir, ya que a su entender, el horno no estaba para bollos. Lindo Margarita, y mirando por el espejo retrovisor camino al puerto, nos dimos cuenta que teníamos mas de 14 horas de viaje hasta Valencia… y mas que 14, fueron como 20… pero a no quejarse, esa es la próxima historia, del próximo capitulo, de esta crónica de gira…
Crónicas Venezolanas Cap 1
Amigos queridos y queridos amigos, este es un pequeño fragmento que a modo de informativo cibernético servirá para adelantar algunas de las escenas que prontantamente formaran parte de la crónica del viaje... En resumidas cuentas... Salirse de todo tipo de locura colectivera, fue casi imposible al enfrentarnos al maltrato del aire acondicionado que nos congeló la noche del viernes en “la veloz del norte” que nos llevó al sur. Ni hablar de la película “novia fugitiva” (sin comentarios) que se tildaba a cada rato y nos hizo ver que Richard Gere no es tan lindo como parece, porque se fotografiaba en la pantalla con algunos gestos muy poco seductores. Llegando a Liniers, no tuvimos mas que sacarnos las medias, las zapatillas, la remera mangas largas, la polera y el saco, porque fuera del microclima del vehículo los grados centígrados eran muchísimos mas. NO DORMIMOS NADA, y un tachero (re piola viste?) nos llevó a lo de Juli con TODOS los bolsos, incluida ropa, bolso de mano, valijas de títeres y teatro. También fue ese mismo querubín el que nos llevo a Ezeiza a las 3 de la mañana. Ya íbamos cagadas hasta las patas porque los hospitalarios amigos de Bs As. No tuvieron mejor idea que dejarnos viendo una película horrible de suspenso que nos dejó con tortícolis y no nos permitió descansar. Una vez en el Aeropuerto, deliramos al pobre chico del TACA tratando de que fuera algo mas que cuidadoso con los bolsos, aunque se vengó con la ubicación de los asientos. Paralelamente, la pobre Luci andaba con la espalda torcida por los tres tintos que se le ocurrió traer de regalo. Yo no sé porqué no se quedó con el dulce de leche o los alfajores de “la Quinta” como hice yo. A la Yani la frenaron en embarque y le preguntaron seriamente que es lo que llevaba en el bolso negro largo, era la golondrina claro está, pero la trataron de terrorista, ni que hubiera llevado una ametralladora. Volamos hasta Lima totalmente incomodas porque nos tocaron los asientos de emergencia que no se reclinan, asíque intentamos dormir en un ángulo que nisiquiera era de 90º sino de 75º. Para colmo de males, no nos dieron ni colchita, ni almohada, ni comida!!! Cuando en Argentina eran las 12am en Perú eran las 10 y partimos a Caracas, ciudad a la que llegamos a las 15hs. Y nosotras seguíamos sin comer, ni dormir. En Caracas solo hacia calor, una titiritera del Teatro Tempo, con una super camioneta nos fue a buscar, “pasamos buscando” al tío abuelo Lalo, director del teatro, que nos llevó a comer arepas de queso amarillo y cerveza Polar. La Luci tuvo la loca ocurrencia de pedir una cerveza de un litro, es indescriptible la cara de circunstancia que pusieron los mozos. En Venezuela NO EXISTE LA CERVEZA DE LITRO!!!! “Porque se enfría” dicen. Pasamos la noche a un hotel (aunque en realidad parecía mas bien un telo, por la cantidad de espejos que tenía la habitación). Por la noche, prendimos la tele para ver si lo veíamos a Huguito Chávez, y así fue que lo encontramos en TODOS los canales, cantando y contando historias. A las 5 de la mañana partimos a Puerto la Cruz para cruzar en Ferry a la Isla Margarita. La conductora de la camioneta no hablaba mucho pero era un as de las rutas, nosotras tomamos mates, tomamos fotos y seguimos sin dormir. Al cabo de unas 6 horas de viaje, llegamos por fin al puerto, el Lalo ya nos había hablado tooooooooodo el viaje de Chavez y las ya ganadas elecciones del 3 de diciembre. Después de algunos tramites y de comer en un sucuchito pollo frito, donde todo lo que no era pollo era pescado (que ninguna quiso probar), nos montamos al Ferry. El Lalo nos dio un recorrido turístico por el navío mientras Mari, la conductora acomodaba la camioneta en los subsuelos del barco. Viajamos en la parte superior, donde nos daba el viento y nos turnábamos para ejemplificar la escena de Leo Di Caprio en el Titanic. Todo el mundo colgaba sus hamacas paraguayas en los postes, a pesar que había mas de treinta carteles que decían “prohibido colgar hamacas”. El viaje estuvo muy bien, lo único que fue algo largo, como de 5 horas y encima no vimos los delfines porque los guachos quisieron mas bien saltar a unos 200 metros y de casualidad les pudimos ver las colitas. Ni foto tenemos, “será a la vuelta” dijimos con sobradora tonada argentina. Desembarcamos por fin en Las Piedras, ya exhaustas de tanto viajar, y todavía nos quedaba una hora de viaje en camioneta para llegar a Juan Griego, lugar que habitaban nuestros anfitriones del Festival de Titeres Festitín. Lo que realmente no se podía explicar era el CALOR. No es de este mundo tremendo manojo de humedad, “Bugui la aceitosa”, decía la Yani mientras pasaba la mano por la frente del resto del mundo… Cenamos en Juan Griego, un hermoso pueblito del norte de la isla, en la casita de Omar y Valerí, titiriteros organizadores del festival margariteño. Pero allí no concluye el momento viajero, tuvimos una hora mas de viaje para poder por fin llegar a aposentar nuestro cuerpecito en el Hotel MarBellaMar del poblado de Porlamar, al sur de la isla. Antes de dormir, lo primero que hicimos fue tirarnos en la pileta y delirar al pobre encargado para que prenda el jacuzzi. Pero ya eran las diez de la noche, y desde las nueve todo Venezuela duerme en la noche de lunes…
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